La ruta de los jesuitas podría pasar por el departamento de Rivera,
ya que se han descubierto vestigios de puestos y capillas de estancias misioneras.
Las Misiones Jesuíticas estaban formadas por “Reducciones” o poblados, donde los jesuitas alojaban a los indígenas -principalmente guaraníes-, a los cuales catequizaban y enseñaban oficios. Además, les enseñaron la crianza de ganado; incluso trajeron ganado a las misiones para que ellos criaran en esta Mesopotamia suramericana situada entre los ríos Paraná, Paraguay, Iguazú, Paranapanema y Uruguay.
Eran poblados con grandes extensiones de campo conocidas como estancias, aunque no estaban mayormente en lo que es hoy Uruguay –salvo una, de la que se encuentran restos en la zona de la Calera de las Huérfanas, departamento de Colonia, y algo en las islas de la desembocadura del Rio Negro (ocupadas por Padres Franciscanos)-, sino que más bien se encontraban principalmente en la región del actual Rio Grande do Sul (Brasil), parte de Argentina y Paraguay. Sin embargo, una de estas Estancias, fundada allá por el año 1732 en Yapeyú (Argentina), alcanzaba parte del actual territorio uruguayo, comprendiendo a los departamentos de Artigas, Salto, Paysandú, parte de Tacuarembó y algo de Rivera.
Lo que hoy es Rivera-Livramento, estaba dentro de la Reducción llamada Los Tapes (1600-1700), que abarcaba gran parte del Estado brasileño de Rio Grande do Sul, e incluía los hoy municipios de Los Tapes, San Miguel, San Borjas y San Nicolás, entre otros de la región.
Es de significar que existen pruebas arqueológicas de esa presencia en la zona, tal como lo confirman las prospecciones que realicé en 2013, hallando vestigios de cerámica con decoración unguiculada, características típicas de la cultura guaraní-misionera, en lo que sería el lugar exacto del segundo asentamiento del puesto de Santa Ana de Yapeyú, allí en la margen derecha del arroyo Yu Miri (Rio Negro pequeño), hoy conocido como Cuñapirú como lo denominaron los españoles, todo lo cual fue constatado por la Arqueóloga Carmen Curbelo (2015).
Los misioneros responsables de llevar adelante estas organizaciones sociales eran padres o curas católicos de la orden conocida como Compañía de Jesús, fundada originalmente en Francia en 1534 por San Ignacio de Loyola; en su mayoría se trataba de misioneros españoles, llegando a estar integrada también por alemanes y holandeses. Según consta en registros de la época, estos religiosos habrían empezado a poblar la región allá por fines del Siglo XVI o principios del XVII, y eran de suma importancia para la evangelización o catequización de los indígenas -lo que representaba, entre comillas, una suerte de “civilización” de los aborígenes salvajes-, como forma de pregonar el amor de Jesús, la vida en comunidad con fuerte acento en lo educativo, social e intelectual.
Sin embargo, no todos los pobladores originarios estuvieron dispuestos a aceptar la presencia de estas reducciones; los más afines a esta práctica teológica fueron en su mayoría los guaraníes, los que ya profesaban un espiritualismo monoteísta y por tanto les fue más fácil asimilar el cristianismo católico de los misioneros. Asimismo, estos indígenas poseían una capacidad muy grande para el aprendizaje de las nuevas artes que se enseñaban en las reducciones, como carpintería, herrería, alfarería, música y hasta latín; incluso aprendieron rápidamente a leer y a escribir.
Aunque los más aptos para el trabajo y adaptados a esa nueva forma de vida eran los guaraníes, también se constató, aunque en minoría, la presencia de otras tribus indígenas como los Yaros, Charrúas, Minuanes, Guenoas y Chanaes.
Debe tenerse en cuenta que estas Misiones no estaban bajo la égida gubernamental de ninguna Corona -ni española, ni portuguesa-, sino que solo debían obediencia al Clero, con sede en Roma. Por esa razón, según Jonathan Wright (2004, p.209-210)*, “para los monarcas era fácil creer que la Iglesia romana representaba un centro rival de poder e influencia en sus dominios”; después de todo, “estaban educando a las poblaciones, dirigiendo sus conciencias, imponiendo reglas sociales y morales, mientras que al mismo tiempo disfrutaban de privilegios legales y económicos sustanciales”.
Su prescindencia política de las Coronas que se disputaban el territorio americano, representó su extinción y caída, cuando en febrero del año 1767, Carlos III firma la Real Orden por la cual los jesuitas fueron expulsados de todos los dominios españoles, lo que más adelante analizaremos en detalle y que esperamos en breve poder ir descubriendo y compartiendo con ustedes, aquí y en el Museo que estamos trabajando para crear, conservando estas y otras muchas historias de la región.
* WRIGHT, Jonathan. Os Jesuítas Missões, Mitos e Histórias. Rio de Janeiro Sinergia Relume Dumará, 2009. https://es.scribd.com/document/327757495/WRIGHT-Jonathan-Os-Jesuitas-Missoes-Mitos-e-Historias-Rio-de-Janeiro-Sinergia-Relume-Dumara-2009
-Imagen destacada extraída del canal “Buenas Ideas”
Guía de Natureza y Gestor Turístico Comunitario, Pesquisador independiente