Las primeras monedas, fueron creadas por los griegos en la actual Turquía, y aquí no fueron usadas sino hasta principios de 1800
En tiempos antiguos, se intercambiaba alimentos o especias tales como sal, maíz, cacao, pescados, carnes, charque, cueros, nuez moscada o clavo de olor, por piezas de oro, plata y/o bronce. El problema que estas últimas presentaban era el peso, ya que eran elaboradas con los propios metales, y valían por su propio peso en gramos.
La moneda se fue expandiendo por varias regiones, hasta incluso comenzar a tener símbolos o dibujos en sus caras; a título ilustrativo, uno de los primeros en tener su cara en una moneda fue Alejandro Magno. Pero como las monedas eran pesadas y había que transportarlas de forma muy incómoda, en fuertes bolsas de tela o cajas de madera -sin mencionar lo llamativas que eran para los amigos de lo ajeno-, más tarde surgieron los billetes, como una forma de recibo que se daba para intercambiar objetos.
Aquí en la Patria Grande, más concretamente al norte del Rio Negro, allá por el siglo XIX las monedas que circulaban en nuestra frontera comenzaron a escasear. Cabe señalar que en la zona se conocían monedas de varias nacionalidades (por ejemplo argentinas, bolivianas, paraguayas, inglesas, norteamericanas y brasileñas o luso-brasileñas), muchas de ellas usadas desde antes de la fundación de la Villa Ceballos -hoy ciudad de Rivera- en1862; recordemos que toda la región que comprende el actual departamento ya estaba poblada, tanto por descendientes de guaraníes-misioneros de los antiguos puestos o estancias jesuíticas, como luego por portugueses y brasileños, tras de la independencia de éste último país en 1822.
Mientras tanto la República Oriental del Uruguay, desde su independencia en 1825 hasta 1840 no tuvo su propia moneda, debiendo compararle a la provincia de Buenos Aires, allá por 1831, la suma de 1.884.640 monedas de “un décimo” (equivalente a 10 centésimos), por la mitad de su valor sellado, es decir, 5 centésimos. Dichas monedas eran de cobre y habían sido acuñadas en 1822 y 1823. Pero al norte del Rio Negro habrían llegado muy pocas de estas; de hecho, incluso las del “monetario clásico” (1840-1855), que fueron acuñadas en Montevideo, también eran muy escasas en la región norteña.
Por tal motivo, en los hallazgos arqueológicos realizados por nosotros es muy común encontrar monedas luso-brasileñas -las más abundantes-, seguidas de las bolivianas (acuñadas en Potosí entre 1827 y 1830), junto a otras con menor presencia.
Capítulo aparte es el del “vintén”: por lo que se ha podido saber, ese fue el nombre asignado a la moneda de 20 reais de cobre, en 1869, que habrían sido acuñadas durante el reinado de Don Pedro II, y eran muy comunes en las fronteras.
Es de ahí que surge el dicho popular: “não vale um vintém…”, o “un vintém poupado, um vintém ganho” (traducido: “un vintén ahorrado, um vintén ganado”). Dicho nombre posteriormente fue asignado también a las monedas uruguayas de 20 centésimos y de dos centésimos respectivamente.
Guía de Natureza y Gestor Turístico Comunitario, Pesquisador independiente