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EL VERDADERO FLAGELO DE LAS TERCERAS ZONAS

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El verdadero flagelo de las fronteras

no es el contrabando sino el desempleo

Días pasados, la Justicia inició instancia Penal a varios ciudadanos, comerciantes y funcionarios públicos del departamento de Salto, por estar involucrados en prácticas de contrabando. Sin duda no es un problema de simple análisis o fácil solución, sino todo lo contrario: el tema exige un estudio y una mirada multidisciplinaria, que hasta ahora no ha tenido.

Ante todo, es necesario puntualizar que desde nuestra posición no justificamos la comercialización transfronteriza e ilegal a gran escala, altamente perjudicial para el Estado, de bienes suntuarios, prescindibles o perjudiciales para las personas -como armas, drogas, cigarros, herbicidas, etc.-, que están lejos de ser de primera necesidad y de integrar la canasta básica familiar. Sin embargo, entendemos que la discusión va por otros caminos, y sería una lectura demasiado simplista la de considerar a los contrabandistas los “villanos” de la historia, como señalan algunos -casualmente cuando están por liberarse los pasos de frontera que limitan con la República Argentina-, ignorando deliberadamente que gracias al “micro contrabando” han sobrevivido las poblaciones de todas las áreas fronterizas, se calientan las economías locales cuando la moneda lo amerita, y los comercios establecidos venden más de aquello que no entra de contrabando.

Por su parte, las políticas estatales al respecto se han orientado tradicionalmente hacia dos prácticas: una es la de correr detrás del problema, la de ser reactivo y disuasivo en vez de pensar y trabajar de manera preventiva y proactiva, y la otra es “patear el problema para adelante”, para que otro lo resuelva; y eso lo deberíamos revisar. En este, como en otros ámbitos de la vida pública, muchos prefieren ver el efecto, los síntomas o las consecuencias, pero pocos se dedican a trabajar y buscar soluciones a las causas, a los verdaderos y profundos males que desencadenan estas realidades, que cada tanto se hacen públicas, pero que en nuestras terceras zonas son comunes.

En todo caso, pareciera que el origen del mayor mal en estas regiones del país es la falta de trabajo, la ausencia de fuentes de ingreso digno, honesto y legal. No son los contrabandistas quienes generan un ámbito económicamente desfavorable, que motiva a gran parte de la población a acudir a las fronteras para adquirir más baratos los productos que no pueden obtener dentro del país, por su elevado costo de importación e intermediación onerosa de unos pocos. Muy distinta sería la historia, si el primer trabajo de los pobladores de las fronteras no fuera optar por iniciarse “pasando bolsos”; otra sería la realidad si, en vez de tener una carga impositiva que cumplir ANTES de empezar a trabajar, un emprendedor pudiera pagar CUANDO Y SI su emprendimiento funciona, para no tener que irse “al otro lado” a producir porque los costos de funcionamiento son más baratos; o si en lugar de pasar la mercadería a escondidas, corrompiendo a un funcionario público, un comerciante la pudiera importar legalmente sin tener que pagar las absurdas tarifas que cobra un centro de importación capitalino…

El verdadero flagelo de las fronteras es la incapacidad del Estado para crear fuentes de trabajo formal -sobre todo de cara a la automatización de los servicios personales que se viene, tal como lo adelantara el Economista Ignacio Munyo (Director Ejecutivo de CERES)[1] en 2021-, en vez de alentar empresas golondrinas o multinacionales explotadoras de personas vulnerables y riquezas naturales. Y digo Estado, porque no me refiero a ningún partido político en particular que se encuentre eventualmente en el gobierno, sino que los incluyo a todos. Porque esto no nació hoy, esto tiene más años que la Patria, y nunca un gobierno ha sabido encontrar la forma de dignificar a este sector de la población que lucha a diario por sobrevivir, donde el término “políticas de Estado” existe sólo en los discursos, mientras en la realidad sólo hemos visto aplicar recetas particulares para “combatir” el contrabando, con sus “0 Kilo”, o bien con la liberación implícita -flexibilizando controles- para no quedar mal con el sector importador.

El verdadero flagelo no es el contrabando, sino las organizaciones para delinquir que se conforman en este contexto, en esta tercera zona que cuenta con particularidades propias, pero que desde el poder se insiste en analizarla y tratarla como “parte de un todo” al que no pertenece.

El flagelo es la miopía gubernamental, que no entiende cómo es vivir en la frontera, que no sabe -y tal vez ni siquiera le importa- cuáles son los códigos y las reglas particulares de aquí, sino que opta por darle la espalda y tratar la cuestión como lo establecen los manuales, cuando lo que se necesita es empatía, baño de realidad y experiencia de campo.

Como sostienen Brenna Geiger, “se puede entender el territorio como un espacio o extensión terrestre delimitado, donde se propician relaciones de poder, de gestión y de control del Estado, de individuos, grupos u organizaciones, y que son expresadas como territorialidad. De allí se desprende un vínculo de afectividad, identidad y lealtad por parte de los actores territoriales, los cuales, si bien tienen intereses, percepciones, valores y actitudes distintas, pueden generar relaciones de colaboración y reciprocidad o de conflicto”.

El día que el Estado reconozca esta particularidad y despliegue su presencia “desde aquí y para aquí” (y no “desde allá para aquí”), ahí recién las cosas podrán empezar a dejar como son y han sido por siglos. En ese sentido, hago mías las palabras del Economista Agustín Iturralde (Director Ejecutivo del C.E.D.)[2], quien, al ser entrevistado por quien suscribe sobre la relación entre el contrabando y el Mercosur, señaló: “el Mercosur se quedó estancado, y por eso el contrabando aún es tan importante”.

Espero ver en breve a las instituciones públicas migrando para las ciudades de frontera y resolviendo desde allí cómo tratar las problemáticas sociales, laborales, sanitarias y de seguridad de los entre-lugares, con cercanía, construyendo gobernanza y dándole oído y participación también a los “ilegales” y a sus familias, a los bagayeros, a nuestros mochileros y quileros, que hacen posible la vida donde no la habría si todo fuera como en las Leyes.

Richar Enry Ferreira

 

Publicado en: Tiempo de Noticias (Diario papel de Chuy-Chuí)

Fuentes:

[1] https://www.swissinfo.ch/spa/uruguay-empleo_la-automatizaci%C3%B3n-laboral-es-puesta-bajo-lupa-en-libro-de-economista-uruguayo/46358120

[2] https://artimagestudios.com/pobreza-e-contrabando-no-mercosul/

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Produtor e documentalista, investigador, escritor, jornalista e amigo da natureza.

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