Un marco y una cruz,
un hito y el recuerdo de un pueblo olvidado
Don Otalivio nos decía que impresionados, y por qué no, algunos muy asustados por lo que habían constatado, comienzan a ver que surgían hechos sobrenaturales. Uno de ellos fue que desaparece una cadena de gran tamaño y grosor, utilizada para desenterrar los tractores. Luego de varias horas de intensa búsqueda no aparece, y ninguno de los peones admitió la posibilidad que por descuido podría haber quedado soterrada, ya que era “muy grande y pesada”. Dentro del grupo de trabajadores comenzaron a realizar comentarios, uno de ellos que: “Era obra de almas enojadas”, debido a que se había profanado el lugar.
Don Otalivio, junto a los demás compañeros de trabajo, deciden comprar tabaco, vino y velas para ofrecer como ofrenda a las “almas”.
Se pudo comprobar que, cierto día a la mañana, el vino ya no estaba, había quedado sólo la damajuana vacía. Incidente mayor fue cuando Don Victoriano Correa, encargado del turno de la noche, queda encargado de encender las velas. A la noche, cumpliendo con lo acordado, baja del tractor y cumple con ello; en ese mismo instante… ¡queda en penumbra! Había fallado todo el sistema eléctrico del tractor, y para volver a funcionar hubo que hacerle toda una nueva instalación. Nos comentó Don Otalivio: “Nada sería alarmante si no fuera que el tractor era de la flota nueva que había comprado la firma”. También recordaba que el electricista que realizó toda la nueva instalación fue el brasileño Ricardo Acuña. Hechos inexplicables hasta los días de hoy se manifiestan allí.
Tractores en el área del cementerio
Don Dardo Porciúncula, hoy propietario de esas tierras, se le hace difícil conseguir una persona que quiera pernotar en la vieja estancia (donde estaba el cuartel de la villa), ya que comentan que por las noches oyen ruidos de arrastres, golpes en techos y puertas, y que los perros bravos no ladran.
Era muy común oír de doña María que, cierto día, surge en la estancia una gitana muy anciana, que le aseguraba que en estos campos había un tesoro. Como ya lo mencionamos, aún en esos años llegaban vecinos de las chacras a cumplir promesas, encendiendo velas y depositando flores en una frondosa mata de espinos, en una de las esquinas que sobresalían en el perímetro del cementerio. A Don Otalivio y otros trabajadores se les ocurre que el tesoro se podría encontrar en aquel lugar debajo de ella. Con el cuidado que Don Posadas no se enterara, utilizaron un topador que hacía trabajos para la empresa, a una distancia no muy lejana de allí, se intentó excavar, pero la exploración fracasa al manar agua a poco de la superficie.
Jamás se ha podido negar o afirmar la existencia del tesoro, lo único que sabemos es que se ha logrado rescatar en toda el área de la villa solamente algunas monedas de plata y cobre.
Otros fenómenos sobrenaturales
Los protagonistas de los hechos y Don Ulises, sintiéndose culpados de haber profanado el camposanto, y de alguna manera aliviar sus conciencias, deciden excavar una fosa depositando todos los restos óseos que se encontraban esparcidos; según los memoriosos, por muchos años un poste de madera y una pequeña cruz marcaban el lugar, pero con el pasar de los años se perdió el sitio.
A fines del 2004, realizando en el lugar pequeñas excavaciones junto a Elía Pereira, pudimos ubicar y atestiguar exactamente el lugar donde estaban los restos óseos; por ese motivo en el año 2005, con la colaboración de Sergio Borche, nos planteamos a realizar, en forma de homenaje, un mojón a manera de una pirámide en piedras basálticas (que pertenecieron a los cimientos de las edificaciones que conformaban la villa), en cuya base superior colocamos una cruz de cuatro brazos, originaria de la provincia de Murcia (España), más precisamente de Caravaca de La Cruz. Desde este lugar partieron los primeros padres jesuitas hacia esta zona de América en 1607.
En nuestra investigación surgen elementos que indican la presencia de gran cantidad de indios guaraníes, provenientes de varios pueblos misioneros, que contribuyeron en gran parte para el levantamiento de San Servando e hicieron parte del ejército. Seguramente debido a enfrentamientos bélicos y causas naturales, habrían fallecido y enterrado un gran número de ellos. En este cementerio fueron sepultados hombres y mujeres que perdieron sus vidas luchando por la paz y el trabajo.
Un cementerio, un puerto, y una villa casi olvidados. Algunos aún preguntamos sobre ellos, pero las respuestas muchas veces son muy inconclusas y sumamente equivocadas
Peão rural, Artísta plástico, Rescatista histórico e Escritor.