RAPIÑA, DELITO BISAGRA

PRESS WORKERS

En el caso de las rapiñas, consideradas delitos bisagras,

debemos entender que las cifras frías ocultan el valor real de las vidas en riesgo.

Cuando vemos que personas son ultimadas por delincuentes en el transcurso de una rapiña, y pasan a engrosar las estadísticas de homicidios de nuestro país, nos obliga a reflexionar y analizar este flagelo. Este tipo de eventos criminales son de los que mayor impacto causa emocionalmente a los integrantes de nuestra sociedad. Sin duda, sabiendo que potencialmente pueden terminar en homicidios. Los delincuentes, pretenden alcanzar el éxito a cualquier costo lo que incluye nada menos que arrebatar la vida de sus víctimas. Es un delito que puede cometerse en cualquier lugar o momento.

Es por ello que me parece oportuno plantearnos como es la ruta que transitan estos criminales en su senda delictiva: al inicio de sus actividades probablemente comiencen con pequeños hurtos. Sino abordamos con prevención efectiva, la escalada incrementará la experiencia y capacidad de desarrollarse en la vida Criminal. Dicho esto, se puede afirmar que al sumarse violencia en los eventos se incrementan los potenciales riesgos en sus víctimas. En ese punto ya puede estar inicio de un futuro designio fatal. En ese transitar veremos cómo se perfeccionaran sus conductas criminales,  pueden mutar hacia una actitud aun mucho más violenta y pasar  de un simples hurtos a una peligrosa rapiña. Delito este al que denominaré como “Delito Bisagra”, ya que del mismo puede derivar en circunstancias muy graves incluso un homicidio, dependiendo de múltiples e innumerables factores en el comportamiento de víctimas y victimarios.

Por detrás de las estadísticas

Ahora bien aun teniendo el Ministerio del Interior Datos Oficiales, elijo no ponerle números a esta realidad, ya que detrás de cada cifra relacionados con la actividad criminal hay miedo, dolor, afectación patrimonial, información esta que habitualmente es analizada desde brocha gorda, sin importar el gobernante de turno. La seguridad pública es mucho más que números. Por otra parte parece necesario destacar que siempre existe una cifra oculta de hechos sin denunciar que por innumerables razones, los ciudadanos deciden no radicar la denuncia respectiva.

Es entonces que afirmo a los efectos de esta columna  que las personas que fueron víctimas de rapiñas o tentativas de rapiñas, por ser como decía un delito bisagra estuvieron expuestas potencialmente a ser víctimas de un  homicidio o de la  afectación de su integridad física, con lo que ello significa desde el punto de vista bio-psico-social y económico.  Es por ello que se debe destacar que el “Delito Bisagra” tiene como principal característica que atenta en su accionar  contra la propiedad y  que tiene la cualidad de ser transicional al  delito contra la persona ya sea afectando la integridad física, psíquica y/o llegar a  causar la muerte.

Por otra parte es importante analizar que la Rapiña es uno de los delitos que mayor impacto emocional genera. Es sorpresivo  y afecta a nuestros más atesorados bienes. Tengamos presente que  el Código Penal prevé diversas agravantes para elevar su pena, por ejemplo la existencia de armas o que los delincuentes sean mas de dos. Parece obvio que la violencia expresiva o instrumental ejecutada por los delincuentes en estos delitos siempre generara miedo y profundo temor  ante las consecuencias de esas  acciones criminales. El sentimiento de muerte y miedo impregnan el evento y sus repercusiones, vivirán casi inevitablemente en la víctima mucho tiempo. Asimismo el daño recibido será evocado una y otra vez hasta tanto lo pueda superar luego de un largo proceso, aun habiéndose incorporado a un tratamiento para superar el trauma.

Es por eso que sería bueno intentar entender como puede ser la ruta  criminal de estos delincuentes antes de llegar a cometer un delito violento: puede ser alguien que salió con el fin de “rastrillar” lo que fuere, pero que por las dudas dependiendo de las características de cada delincuente  y la forma de resolución de sus conflictos, pueden llevan algún tipo de arma (propias o impropias) armas de fuego, un cuchillo,  a un “hierro” que quizás era para hacer palanca. Instrumentos estos que en su poder  y dependiendo de las circunstancias pueden transformarse  objetos de agresión, en un potencial, “rapiñero” y si a esto le agregamos los efectos del consumo de sustancias previo a cometer el delito, o que quizás deba “jugarse” para no perder su libertad o sobrevivir, puede pasar a ser un “homicida”. Entonces aunque parezca duro debemos reflexionar, ¿entonces qué debemos hacer?, la respuesta no es fácil y menos si se enfoca en forma reduccionista, forma de pensar de los dueños de las “chacritas”. No debemos olvidarnos que este flagelo es un tema serio que afecta la vida de muchos uruguayos. Es por ello que debemos en forma meditada plantearnos todos los escenarios posibles ante una Rapiña, no importa si soy comerciante, “omnibusero”, taxista o un simple ciudadano de a pie. Es por ello que cuando se nos habla del riesgo de perder la vida o que se vea afectada nuestra integridad física y emocional, debemos tener claro que potencialmente es muy importante y no solo es cuando somos victimas de una rapiña, sino cuando nos enfrentamos a un delincuente cara a cara en cualquiera de sus modalidades.

Es necesario cuestionarnos el cómo piensan y como resuelven los delincuentes, debe ser parte sustancial del proceso de mejorar la seguridad publica. Asimismo saber a partir de ello como incrementar saludablemente nuestros autocuidados. En definitiva no existen recetas para el fenómeno de la inseguridad pública, pero en el mientras tanto de otras propuestas, los ciudadanos podemos orientarnos y definir en forma adecuada como cuidarnos y cuidar a quienes amamos. Así como reclamar que nos cuiden, con una aproximación al tema, más ajustada

A futuro

Es posible pensar cómo debemos reaccionar y defendernos ante un atraco. Asimismo cualquier defensa o reacción requiere de una respuesta policial y judicial acorde y gestionada en el marco de un plan estratégico, que lamentablemente casi ausente y en más de una vez sin el casi.

Inevitablemente estoy convencido que la vida vale mas y que debemos esforzarnos en conocer y reconocer la realidad en la que vivimos en materia de inseguridad ciudadana. Lo importante además  de aclarar un delito, debemos evitarlos.

Sin importar el sentimiento que emerja, miedo, bronca,  frustración, rabia, recordemos siempre que somos las victimas de un problema y que nuestras acciones deben dirigirse a  entender cómo se desarrollan las “políticas de seguridad”; para así con nuestra mirada crítica y constructiva podamos ser parte de la solución y no del problema.

 “Nuestras vidas valen más”.

 

Robert S. Parrado

Comisario Mayor ( R ), Lic. en Seguridad Publica y Psicólogo

 

 

 

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Psicologo, Bacharel en Segurança Pública, Crio. Mayor (R)
Perito Judicial e Asesor privado.

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