Emigración, natalidad y mortalidad pueden estar más estrechamente relacionadas de lo que creemos.
Debido a la situación internacional conocida como «pandemia» o «crisis sanitaria», la movilidad migratoria en las fronteras de los países obviamente ha cambiado, siendo algunos pasos fronterizos más significativos que otros; incluso la migración forzada por razones políticas y económicas se ha reducido, sobre todo en lo que respecta a las solicitudes de asilo o refugio de años anteriores.
Según el Ministerio de Defensa Nacional, en los últimos días en la frontera con el Departamento de Artigas «se han impedido 1.077 ingresos irregulares en lo que va del año», lo que demuestra la presencia de cientos de acciones intentando ingresar, un claro ejemplo de que el país sigue siendo considerado un lugar con oportunidades que algunos otros países de la región no tienen.
En los días siguientes, la misma organización agregó que «400.000 personas han pasado por la frontera del Aceguá en 15 meses», lo que refleja una fluida movilidad legal en otra importante región fronteriza del continente (sin desmerecer los otros puntos de ingreso del país, que tienen igual o mayor relevancia numérica), lo que hace de nuestras fronteras un lugar delicado y peligroso, pero también de trabajo y esperanza.
«Este año se han evitado 1.077 entradas irregulares», pero «400.000 personas han cruzado la frontera del Aceguá en 15 meses» sin incidentes.
Recordemos que «migrante» y «refugiado» no significan lo mismo. Podemos señalar que según información extraoficial obtenida sobre el período 2018-2020, por ejemplo, el número de solicitudes de refugio de cubanos en 2019 fue un 20% menor que en años anteriores (2017 y 2018); mientras tanto, el ingreso de venezolanos solicitando refugio en Uruguay en 2019 fue mayor que en años anteriores (160% más).
Sin embargo, y por razones obvias, como la crisis sanitaria provocada por la pandemia, el ingreso de extranjeros a Uruguay disminuyó significativamente en 2020, alcanzando un 80% menos de cubanos y venezolanos que en años anteriores, variable que ha continuado disminuyendo, pero que según funcionarios de ACNUR podría mostrar un leve aumento de refugiados extranjeros para 2021, incluyendo haitianos, congoleños, senegaleses y bangladesíes
Puede parecer que esta migración forzada por razones de asilo quita oportunidades de trabajo a muchos uruguayos, reduciendo así las ya reducidas fuentes de mano de obra existentes; y algunos incluso se arriesgarían a decir que esto es injusto, ya que muchos han tenido que emigrar en busca de un mejor nivel de vida.
Sin embargo, también hay que preguntarse cuántos de los trabajos que realizan los refugiados o migrantes en el país no fueron realizados por uruguayos, que desvalorizaron esas ocupaciones o aspiraban a mejores salarios, o cuántos simplemente no tuvieron la capacidad creativa para generarlos en la región.
Tanto es así que el presidente Luis Lacalle Pou aseguró que «Uruguay tiene vocación de recibir mucha gente (…) Después de la pandemia, si todo termina bien y rápido, creo que va a haber una migración global y Uruguay puede ser uno de los lugares donde llegue», dijo durante una entrevista.
«Uruguay tiene vocación de recibir mucha gente»
Ahora bien, ante esta realidad, cabe destacar que la tasa de natalidad en Uruguay está en constante descenso desde hace más de una década y no supera la cifra de 10 nacimientos cada mil habitantes. De hecho, «en 2019 hubo casi 37.500 nacimientos en Uruguay, un tercio menos que hace dos décadas», según el Ministerio de Salud Pública.
Y aunque la mortalidad infantil, neonatal y posneonatal ha descendido en los últimos años, sus efectos no parecen estar repercutiendo en el crecimiento del país, quizás porque la emigración uruguaya también sigue siendo constante y creciente hacia otras partes del mundo, donde creen tener más oportunidades.
Si a todo esto le sumamos los incalculables y trágicos efectos de la mortalidad por la situación actual, quizás una vez más sean los emigrantes y refugiados -al igual que nuestros abuelos y bisabuelos- los que recuperen la economía de un país envejecido (máxime cuando el 43% de los emigrantes en 2019 tenían estudios superiores), con una alta pasividad y una baja probabilidad de revitalización natural, abriéndose además a otras culturas, nuevas formas de vida y una modernidad adaptada a sus necesidades.
Produtor e documentalista, investigador, escritor, jornalista e amigo da natureza.