{"id":2893,"date":"2022-03-08T11:24:46","date_gmt":"2022-03-08T14:24:46","guid":{"rendered":"https:\/\/artimagestudios.com\/?p=2893"},"modified":"2024-09-16T18:24:11","modified_gmt":"2024-09-16T21:24:11","slug":"villa-san-servando-2","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/artimagestudios.com\/villa-san-servando-2\/","title":{"rendered":"CEMENTERIO DE LA VILLA SAN SERVANDO-Parte Segunda"},"content":{"rendered":"
Continuando con el raconto hist\u00f3rico sobre los origenes de la Villa San Servando que comenz\u00e1ra en mi publicaci\u00f3n anterior<\/a>, hoy debemos remitirnos a 1835. En esa fecha, ya hab\u00eda en la villa una vice parroquia, en la cual se encontraba el libro con registros de matrimonios, bautismos y defunciones.<\/p>\n La documentaci\u00f3n donde aparecen los sepultamientos contiene antecedentes de importancia para nuestra investigaci\u00f3n; a modo de cronolog\u00eda hemos tomado algunos de ellos:<\/p>\n En el libro aparece como primer sepultamiento en julio de 1835 el de Mar\u00eda Chacuapir\u00e9, india de unos 70 a\u00f1os y que dej\u00f3 dos hijos.<\/p>\n En diciembre de 1835 Leopoldo Gerard (franc\u00e9s), comerciante.<\/p>\n Bento Jos\u00e9 Da Costa (portugu\u00e9s), comerciante.<\/p>\n Jacinto Garc\u00eda, sargento del segundo escuadr\u00f3n de caballer\u00eda.<\/p>\n Pedro Nolasco, soldado.<\/p>\n Estas muertes se debieron al ataque realizado a una goleta de guerra brasile\u00f1a, la cual estaba fondeada un poco alejada de la villa por el lanch\u00f3n del comerciante Gerard. La nave brasile\u00f1a no dejaba atracar un barco con insumos varios en el puerto de \u201cSan Servando\u201d.<\/p>\n En febrero de 1837 es sepultado Joaqu\u00edn, conocido con el mote de \u201cAmarillo\u201d, muere ahogado en el puerto, soltero de m\u00e1s o menos 45 a\u00f1os.<\/p>\n El 17 de noviembre de 1837 es sepultado Juan Garao (fallecido a los 103 a\u00f1os), propietario de campos en la zona del Tacuar\u00ed, viudo de Manuela D\u00edaz.<\/p>\n En febrero de 1838 fue asesinado Gregorio Martimiano Lamas Y Palomeque, mayor de la guardia nacional (hab\u00eda relevado en el cargo a Servando Gomez). Se dice que fue sepultado en horas de la noche, debido a que se tem\u00eda que su se\u00f1ora Mar\u00eda Teresa Mena Barreto tuviera un mal parto por la noticia. Dej\u00f3 a sus dos hijas Mar\u00eda, Teresa, y su esposa embarazada.<\/p>\n El 16 de marzo de 1838 el brasile\u00f1o Marcelino Gonzales de Orique, fue asesinado en las costas del Tacuar\u00ed. Era esposo de Mar\u00eda Gervacia Porto Mendez Garao (nieta de Juan Garao), due\u00f1a de parte de los campos donde hoy est\u00e1 el pueblo de Pl\u00e1cido Rosas, enviud\u00f3 a los 26 a\u00f1os con un hijo: Mart\u00edn Ancelmo Gonzales.<\/p>\n El 9 de abril de 1838 muere el capit\u00e1n Antonio Pereira Piedra, casado con Do\u00f1a Mar\u00eda de la Trinidad, matrimonio que dej\u00f3 10 hijos.<\/p>\n El d\u00eda 26 de diciembre de 1838 es sepultado en el camposanto Anacleto, uno de los 10 hijos de Antonio Pereira (ya fallecido), y de Do\u00f1a Mar\u00eda de la Trinidad. Este hab\u00eda muerto el d\u00eda 5 de ese mismo mes de una \u201cconstipaci\u00f3n\u201d (gripe muy fuerte y problemas pulmonares con catarros). Hab\u00eda sido enterrado primeramente m\u00e1s all\u00e1 de la ca\u00f1ada que hay en el camino de ingreso a la villa, y luego trasladado al cementerio.<\/p>\n Don Ulises Escouto, quien adem\u00e1s de hacernos llegar documentaci\u00f3n, nos dio sus recuerdos. Don Onorio N\u00fa\u00f1ez, que, a sus 92 a\u00f1os, lo hac\u00eda detener su bicicleta (rumbeando hacia R\u00edo Branco), para hacerle preguntas que siempre faltaban, y Don Otalivio D\u00edaz, hombre de trabajo que, disfrutando de su vida de jubilado, nos abr\u00eda las puertas de su casa para contarnos historias de all\u00ed. Ellos ya no est\u00e1n entre nosotros, pero quedar\u00e1n en las p\u00e1ginas de este trabajo.<\/p>\n Referente a los testigos arqueol\u00f3gicos, encontramos siempre un mismo enemigo, que, sin hacer uso de la raz\u00f3n, hunde su metal destruyendo todo lo que encuentra a su paso, ese enemigo es el arado.<\/p>\n Si bien el arroz ha tra\u00eddo trabajo y desarrollo a nuestra zona, tambi\u00e9n es responsable de destruir muchos de los testigos de nuestro pasado. Sobre el cementerio de la villa no ha sido diferente. Fue el responsable de hacer desaparecer hace 53 a\u00f1os los indicios que a\u00fan comprobaban su existencia; pero con testimonios de quienes estuvieron all\u00ed cuando a\u00fan se lo pod\u00eda identificar, se lo ha logrado rescatar.<\/p>\n Seg\u00fan datos recogidos, hasta que fue labrado se pod\u00eda observar todo el per\u00edmetro del cementerio, debido a la existencia de acumulaci\u00f3n de tierra, junto con vegetaci\u00f3n espinosa, entre ellos cardo bananero, y tunas. Del testimonio de Don Otalivio D\u00edaz, nos confirm\u00f3 algunos ya obtenidos, y nos acrecent\u00f3 varios m\u00e1s.<\/p>\n En sus relatos nos hace saber que sus lados med\u00edan aproximadamente ochenta por sesenta metros, y que todo su per\u00edmetro estaba marcado por un valo (palabra corriente entre los pobladores de la zona, viene del portugu\u00e9s que quiere decir \u201cprotecci\u00f3n para defensa de un campo\u201d). Esta elevaci\u00f3n de tierra, semejante a una tapia, luego de construida se le plantaban cardos o espinos (en este caso cardos bananeros), de esta forma separaba \u00e1reas y a la vez no permit\u00eda el paso de animales.<\/p>\n De la mayor\u00eda de datos recogidos de los memoriosos, coinciden en afirmar que no existieron estructuras que sobresalieran del suelo, indicando d\u00f3nde estaban las sepulturas, sin embargo, algunos sosten\u00edan haber o\u00eddo de relatos que se ve\u00eda un solo pante\u00f3n, perteneciente a un estanciero de las proximidades. Nos lleva a decir que dicho pante\u00f3n existi\u00f3, y seguramente perteneci\u00f3 a Don Juan Garao.<\/p>\n \u2026”El 12 de febrero de 1798, el comandante de frontera Agust\u00edn de La Rosa otorg\u00f3 \u201cuna suerte de estancia\u201d a Juan Garao, la que pose\u00eda: \u201cUna legua de frente al oeste del Tacur\u00ed y una y media de fondo, lindando con el r\u00edo Tacuar\u00ed por el norte, con la Cuchilla de Mangrullo\u201d, y con Diego Cenandez, y por el sur terrenos realengos\u201d …<\/em> Hoy a esa zona se la conoce por su apellido, \u201cGarao\u201d; se sabe tambi\u00e9n que fue due\u00f1o de campos donde hoy se asienta el pueblo de Pl\u00e1cido Rosas.<\/p>\n Otros testigos tambi\u00e9n nos hacen saber que hasta promediando 1950 llegaban moradores de las chacras, en procesi\u00f3n a pedir lluvias en \u00e9pocas de sequ\u00edas, o para hacer otros tipos de ruegos y agradecimientos, por lo cual prend\u00edan velas, y a la sombra de alg\u00fan \u00e1rbol o espinos pasaban el d\u00eda, de la forma que lo hac\u00edan sus antepasados a d\u00e9cadas.<\/p>\n Sabemos (seg\u00fan los testimonios), que hasta 1968 se pod\u00eda observar a\u00fan en el terreno rastros de un camino que llegaba al cementerio, partiendo de una de las calles de la extinguida villa. En 1960 estos campos pertenec\u00edan a Do\u00f1a Mar\u00eda De Lourdes y Don Ulises Escouto, y en ese a\u00f1o los arriendan a la empresa Casarone para el cultivo de arroz; pero reci\u00e9n en 1968 es cuando se comienza la labranza y la construcci\u00f3n de canales de riego, en una parte donde estaba situada la villa. Do\u00f1a Mar\u00eda pide a la empresa que no se siembre en el sitio donde est\u00e1 ubicado el camposanto, y que se le descontara de la renta el trozo del \u00e1rea; pero no sabemos cu\u00e1les circunstancias o motivos no permitieron frenar el arado.<\/p>\n Son diversas las historias que o\u00edmos de los memoriosos a partir de ese momento, algunas con veracidad, otras creemos que algo inciertas, y hasta con un buen grado de humor. En esos a\u00f1os el administrador de la empresa arrendataria era Don Baltazar Posadas, y el encargado de los trabajos y personal Don Otalivio D\u00edaz; este \u00faltimo y los tractoristas que realizaban el preparo de las tierras para el cultivo fueron los \u00faltimos testigos de lo que restaba del cementerio. \u00c9l nos hizo saber con m\u00ednimos detalles que, al iniciar los movimientos de tierras dentro del per\u00edmetros, los tractores comenzaron a enterrarse de una forma muy particular y extra\u00f1a. Nos relat\u00f3 que a cada pocos metros sus ruedas se enterraban hasta los ejes, estando el terreno firme.<\/p>\n Los trabajadores se ponen de com\u00fan acuerdo y deciden excavar con atenci\u00f3n para ver lo que suced\u00eda, y constatan que se trataba de fosas al encontrar restos de cr\u00e1neos y huesos humanos, algunos en \u201cbuenas condiciones\u201d, pero al continuar con la excavaci\u00f3n se pudo comprobar que las fosas eran de ladrillos colocados en forma de \u201cespejo\u201d hacia el centro, muy profundas, y que varias de ellas ten\u00edan hasta tres cuerpos, uno sobre el otro, separados por arena y ladrillos. Estas tumbas deber\u00edan pertenecer seguramente a soldados, en su mayor\u00eda presumiblemente indios guaran\u00edes, misioneros muertos en acciones b\u00e9licas, all\u00ed en la villa. A partir de ese d\u00eda surgen diversas an\u00e9cdotas y episodios. De los tantos que o\u00edmos contaremos algunos de ellos en una pr\u00f3xima entrega.<\/p>\nLos primeros<\/h3>\n
Cortejo f\u00fanebre<\/strong><\/h4>\n
Como ya lo mencionamos, muchos fueron los testigos orales a los que guardamos sus relatos, pero no podr\u00edamos dejar de registrar algunos de ellos que con sus testimonios hicieron posible recuperar al cementerio de la villa de San Servando.<\/p>\n
M\u00e1s historias<\/h5>\n