Solastalgia es la angustia, estrés mental o existencial causado por el deterioro medioambiental.
A pesar de que en principio parece un término nuevo, veremos cómo las causas y los síntomas, viejos conocidos de todos, nos afectan silenciosamente, especialmente por la influencia que los medios de comunicación y las nuevas tecnologías tienen sobre muchos de nosotros por su masificación y desarrollo, incluso hasta el extremo de causar patologías graves.
¿Quién ya no pasó ocho o más horas trabajando en un lugar semicerrado, con luz artificial y poca ventilación, deseando salir allí? ¿Cuantas veces nos sentimos desganados al punto tal de sólo querer permanecer tirados en el sillón o en la cama, haciendo zapping en la televisión o scrolling en el celular? ¿Acaso no hemos sentido al menos una vez que debíamos parar y disfrutar de la naturaleza, pero no podemos desconectarnos verdaderamente de todo?
El último niño en el bosque

Eso es, para Richard Louv, el “trastorno por déficit de naturaleza o TDN”, que llega incluso a causar enfermedades “psicoterráticas y somaterráticas”, es decir dolencias psicofísicas causadas por la desvinculación con naturaleza, lo que según el filósofo australiano Glenn Albrecht nos llevan a la solastalgia. Aunque no es una condición médica reconocida, “es un síntoma del estilo de vida actual”, conforme afirma Ross Cameron, del departamento de Paisajismo de la Universidad de Sheffield, Inglaterra.
Louv, periodista y autor estadounidense que acuñó el término TDN, analiza en su libro “El último niño del bosque” (2005) las experiencias de los niños en el pasado y presente, concluyendo que “hace daño estar tan separados de la naturaleza porque ella es parte de nuestra identidad espacial. ¿Acaso hay algo que alivie más el alma que sentarse bajo un árbol?”. “Entre más tiempo pasemos en el interior, más alienados de la naturaleza nos sentimos y más vulnerables a estados de ánimo negativos o a que se nos reduzca la capacidad de concentración estamos”.
Solastalgia es cuando tu sentido endémico de pertenencia está siendo violado”Glenn Albrecht
Las emociones de la tierra

Esa “ecoansiedad” ocurre “cuando la noción de nuestro lugar en el mundo es violada”, según concluyó el filósofo australiano Glenn Albrecht en 2003; es decir, es ese sentimiento que te invade cuando notas que tu entorno cercano está siendo alterado y no puedes hacer nada, cuando tu vecindario está cambiando, cuando los lugares que disfrutabas y en donde construías recuerdos con tu familia dejan de estar y pasan a ser edificios o comercios, cuando aquel prado verde por el que caminabas y jugabas se transforma en un campo yermo o es pavimentado para convertirse en el estacionamiento de un megaemprendimiento: es, en suma, esa nostalgia por tu hogar que sientes estando todavía en él.
El término fue elaborado por el autor al ser contactado para que apoyara una causa en contra de la minería de carbón a cielo abierto; al ver que lo que agobiaba a esos vecinos era muy similar a lo que padecen los damnificados por desastres naturales o de gran magnitud ambiental (como incendios y rompimiento de represas, por ejemplo), sintió la necesidad de encontrar una palabra para describir esa angustia asociada a cambios en el medioambiente cerca de sus hogares. El término es una fusión de la palabra en latín sōlācium (comodidad) y la raíz griega -algia (dolor, sufrimiento, pena); y desde que lo propuso, empezó a ser usado no sólo por académicos, sino por psicólogos clínicos y encargados de política sanitaria, con el fin de que se empiece a contemplar ese otro aspecto del impacto que las acciones humanas causan en otras vidas humanas.
La perspectiva de la experiencia
Sin embargo, el mismo autor destaca asertivamente que existe también la “topofilia”, que es ese vínculo afectivo del ser humano con el entorno, es decir que sería el equivalente positivo de la solastalgia. Ese concepto positivo, según él, fue usado por el poeta W.H. Auden en 1947 para describir la atención que se le da al amor por lugares particulares o peculiares. El neologismo combina topos (lugar) con filia (amor), explica Albrecht y añade: “El geógrafo Yi-Fu Tan (1974) explícitamente usó el término para describir el amor al paisaje que incluye el ambiente natural, así como el construido”.

“Si podemos aceptar que el amor por el paisaje o por un lugar puede ser una emoción poderosa (…) entonces la experiencia de la desolación crónica de ese paisaje/lugar es igualmente fuerte. Eso es precisamente lo que describe la solastalgia”.
Asertivamente
Entonces, más allá del redimensionamiento de los hechos catastróficos e imparables, como el calentamiento global, el agujero de la capa de ozono o la crisis hídrica -que los medios y las redes realizan a diario, afectando nuestra psique, deprimiéndonos y haciéndonos sentir impotentes ante tales cambios-, es bueno saber que tenemos a nuestro alcance mecanismos y herramientas para el cambio, para la transformación de esa realidad ambiental; como nos enseña la fábula del colibrí, podemos empezar por nuestro entorno más íntimo y cercano, nuestras plantas, nuestro jardín o huerta, que no sólo van a ayudar a reducir nuestra huella de impacto ambiental sino que además nos van a facilitar una relación simbiótica y sinérgica con la naturaleza que nos rodea.
Esos estados de ánimo negativos también pueden ser combatidos socialmente, con acciones colectivas concretas de recuperación de espacios en degradación o abandono (como plantación de árboles, reconversión de plazas en eco-plazas, o limpieza de playas), siempre evitando la retroalimentación negativa y buscando la interrelación humana y personal, entre vecinos, amigos o familiares que quieran y cuiden del ecosistema natural.
También están aquellas acciones conocidas como de responsabilidad social empresarial, en las que las organizaciones comerciales locales o multinacionales se comprometen a llevar acabo medidas o acciones corporativas a fin de compatibilizar o compensar en alguna medida el daño ambiental que el desarrollo de su acciones comerciales en búsqueda de un lucro o la comercialización de sus productos antrópicos causan en el medio; estas acciones pueden consistir en la promoción de campañas de recolección de productos en desuso o de reciclaje, llevando a cabo una logística reversa donde los comerciantes de neumáticos, pilas o electrónicos, por ejemplo, se hacen responsables de recibir, acopiar y procesar sus productos en desuso, para llevar a cabo acciones válidas en pro del ambiente.
Pero sin duda
Las acciones que todos esperan sean las de mayor alcance son las de origen gubernamental en pro del ambiente, en las que los gobiernos de los Estados se comprometan no sólo a velar por el medio ambiente natural y artificial de los lugares que nos rodean, sino también por preservar nuestra salud mental, evitando alterar los ecosistemas locales o, si ello es imprescindible, hacerlo de la forma menos agresiva, como ya lo citara anteriormente, construyendo gobernanza.
Richar Enry Ferreira
Publicado en: Cerro Largo Portal

Productor y documentalista, investigador, escritor, periodista y amigo de la naturaleza.