Develando el misterio que une Ceará y Aguas Dulces,
Sao Paulo y Barra del Chuy,
de Brasil a Uruguay
Transcurría finales de marzo de 2022 cuando, jugando en la playa junto a mi hijo, encontré un paquete extraño; por su aspecto era añejo, estaba cubierto de mejillones y su textura en apariencia rígida (porque no voy a negar que intenté romperlo o cortarlo para saber sobre su consistencia) me transmitía un cierto respeto, ese que se tiene por la joya de la abuela cuando es encontrada en el fondo de un baúl.
Por mi curiosidad y extraña atracción por lo que ocurre en estos mares -ya que no soy oriundo de la costa ni gusto de nadar o navegar en alta mar-, así como un día me atrajo la historia del naufragio del navío “Taquarí” en las restingas del Cabo Polonio aquel martes 13 de abril de 1971, ahora este extraño objeto también atraía mi atención, así que me dispuse a investigar más.
Pocos días después, gracias a mi trabajo, pude visitar la casa de un vecino en Barra de Chuy que tenía en su patio un objeto similar; preguntado si sabía qué era el mismo, aseguró que lo ignoraba, pero como lo había encontrado en la costa le gustó para traerlo a su casa, así como yo había hecho tiempo atrás.
Iniciaba las investigaciones para develar el misterio

En vista de que la aparición de tales paquetes parecía normal en la zona, decidí investigar; al primero que consulté fue a Mathias, un activista ambiental que en su proyecto “La Re-evolución” caminó centenas de kilómetros recorriendo las costas oceánicas que bañan las playas de Brasil y Uruguay, con la esperanza de que él me pudiera aportar alguna información al respecto. Su respuesta fue inmediata: “sí, encontré varios de esos en la costa nordeste de Brasil; dicen que son de unos naufragios de la Guerra”. Me comentó que un amigo suyo sabía más del tema, por lo que de inmediato ubiqué la ONG “Salve o Meio Ambiente” donde me proporcionaron más datos que ayudaron a develar el misterio, me informaron que en el “Aquario Paraiba” estaba la respuesta.
Por mi parte, compartí el hallazgo con un biólogo responsable de Museo de la zona, un consultor ambiental especializado en fauna marina de Brasil y un historiador de naufragios de Uruguay, sin obtener ningún tipo de respuesta de parte suya, ya que todos ellos afirmaron desconocer el origen de tales objetos.
Prosiguiendo con la investigación, ahora más enfocado y convencido de que lo que tenía era de interés cultural, comencé a navegar en la red en busca de más información histórica; así fue como me deparé con la publicación de más de una veintena de notas en medios de prensa brasileños que daban cuenta de hallazgos similares en las playas norteñas.
La visión de la Académia

Finalmente accedía a una publicación académica de la “Universidade Federal do Ceará- Instituto De Ciências Do Mar (LABOMAR)” donde los catedráticos informan que el material recolectado en sus costas -similar al ubicado en nuestra región oceánica-, tiene origen en la década del ´40 y al parecer se trataría de caucho, látex o resina de la región de Indochina Francesa. “El punto de partida del descubrimiento fue una inscripción que había en una de las cajas – encontrada en julio de este año en una playa de Itarema (a cerca de 200 quilómetros de Fortaleza)- indicando que el material del navío carguero provenía da Indochina Francesa. Ese territorio, situado en los actuales Vietnam, Laos y Camboya, era una colonia da Francia, pero durante la Segunda Guerra fue dominado por los japoneses, que, juntamente con alemanes e italianos, componían el bloque conocido como del Eje”, explica el Prof. Carlos Teixeira, uno de los responsables por la investigación.
Dichos avistamientos vienen ocurriendo desde 2018 y se remontarían a productos que eran transportados en cargueros que fueron hundidos durante la Segunda Guerra Mundial, y que quedaron sumergidos a miles de metros de profundidad y centenas de millas de la costa. Es de significar que, para comprender mejor el posible derrotero de estos paquetes, es necesario tener en cuenta algunos factores como corrientes marinas –en nuestro caso las del Norte, venidas de Brasil, y las de Malvinas, que vienen del Sur-, temperaturas, salinidad, vientos y tránsito naviero. Otro importante elemento de prueba son las cracas o moluscos y mejillones adherido a los bultos, lo cual nos podría informar más detalles sobre el tiempo y la profundidad en que se encontraban sumergidos.
Puntualmente
Teniendo a la vista el mapa de naufragios proporcionado por sixtant.net, especialistas en naufragios de la 2da Guerra, la carga surgida en nuestras costas podría provenir de los mercantes alemanes Olinda o del Carl Fritzen, hundidos por el Ajax al inicio de la Guerra, o también podría ser del Erlangen también podría ser del Erlangen, o -aunque menos probable porque era un acorazado de guerra- podría ser del propio Graf Spee, hundido por su Capitán, quien para evitar que el buque cayera en manos enemigas lo voló por los aires mientras hacía el saludo militar el 17 de diciembre de 1939, en el Rio de la Plata frente al Puerto de Montevideo, mientras el mercante alemán Tacoma transportaba a la mayoría de la tripulación del acorazado a tierra.
Dichos paquetes del producto asiático, que pesan entre 30, 70 y hasta 200 kg, eran usados como moneda de cambio, de comercialización en los puertos donde se proveían de víveres y combustible a escondidas de los Aliados, por el valor que estos tenían (para las nuevas industrias de esa época, eran una materia prima muy valiosa): “Era usada para muchas cosas, ya que la goma era fundamental para la fabricación de neumáticos de autos, aviones, uniformes, etc.”, según explica el investigador Ernesto Arruda Bezerra, de la LABOMAR-UFC; incluso en algunos casos se relata que eran usados como “rompe bloqueos”, es decir, para romper un bloqueo enemigo en el mar.
A futuro
Ahora bien, desvelado el misterio del origen de la misteriosa carga encontrada en nuestras costas, surge la incógnita: ¿Quién debería hacerse cargo de estos productos? ¿Qué medios tiene el Estado para responsabilizarse de esto, como de otros productos que puedan surgir en las costas? ¿Qué mecanismos se deberían articular para la salvaguarda de la vida humana y la protección del ambiente natural?
Si bien es cierto que -hasta donde ha sido analizado por científicos brasileños-, estos paquetes de caucho en particular no representan ningún riesgo para la salud humana o para los animales (al menos, no más que el resto de la basura que habita nuestros océanos), otros estudios han comprobado la existencia de aceites, caucho, estaño, wolframio (tungsteno) e incluso se han encontrado metales pesados, arsénico y otros contaminantes*. Por ello, como en el caso del naufragio del “Taquarí”, la realidad histórica de la región, usada muchas veces como “basural de la humanidad”* debería interpelarnos y llevarnos a pensar cuán expuestos estamos a estos peligros submarinos, y no lo sabemos porque preferimos no estudiarlos, ni pensar en el potencial peligro que ellos representan para las presentes y venideras generaciones.
Fuentes:
https://www.tier-umwelt-hilfe-brasilien.ch/
https://reservas.aquarioparaiba.com.br/
https://www.wwf.org.br/?27103/Uma-Trajetoria-Ambientalista-Diario-de-Paulo-Nogueira-Neto

Productor y documentalista, investigador, escritor, periodista y amigo de la naturaleza.